Triste y solitario final

A un toque

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Otra vez, el domingo encuentra a Juan Pablo Carrizo ahí, en el medio de las críticas. Ocurre por un nuevo error en el gol del rival de turno. Hoy, sus manos débiles fueron un aporte de peso en el empate de San Lorenzo. Lo mismo había ocurrido en el primer grito de Boca y el 2-0 de All Boys. Con River en zona de Promoción, la mayoría de los hinchas apuntan sus insultos al arquero. Mentes amnésicas de las altas producciones del uno. La historia lamentable en la vida de un arquero. Y que Eduardo Galeano retrató alguna vez a la perfección: «Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición».

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