«Riquelme siempre tuvo un respeto absoluto por la pelota»

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Por Santiago Tuñez

«Esa noche, Riquelme era arte premoderno: pisadas, amasadas, amagues, toques -escribió Martín Caparrós en el libro Boquita-. En un momento se llevó a Yepes contra la raya derecha, cerca de la mediacancha, y lo retó a que se la sacara. Yepes se le fue al humo…»

Esa noche, la del miércoles 24 de mayo de 2000, Diego Tomassi estaba junto a sus padres y sus hermanos en la cocina de la casa. Veía con interferencias el superclásico por los cuartos de la Copa Libertadores y, al mismo tiempo, lo escuchaba por radio. Boca ganaba 2 a 0 en la Bombonera, luego de la derrota 2 a 1 en el Monumental, y se preparaba para imprimir el ticket a las semis. De pronto, el tono de la transmisión radial subió su volumen. Llegó al clímax futbolero. Riquelme, de espaldas, pisó la pelota y la hizo pasar entre las piernas de Yepes. Éxtasis total. “¡Está loco, está loco!”, pensó Tomassi, como lo haría tantas veces, tras intuir esa jugada exquisita en la pantalla. Y aquel firulete de alta costura fue, al cabo, el disparador para que escribiera El caño más bello del mundo. “Un libro sobre la existencia del pensamiento futbolero de Riquelme”, tal como definió en esta entrevista con De Fútbol Somos.

La mirada en la pelota y la pose perfecta antes de patear el tiro libro retratan la clase de Riquelme. Foto de Mariano Sánchez / Agencia de Noticias NA.

La mirada en la pelota y la pose perfecta antes de patear el tiro libro retratan la clase de Riquelme. Foto de Mariano Sánchez / Agencia de Noticias NA.

-¿Qué te llevó a enfocarte en ese punto como hilo conductor del libro?

-Me pareció que, si yo admiraba a un jugador como Román, lo menos que podía hacer era un libro en el que se hablara de fútbol, y no de otras cosas, que es lo que pasaba a menudo con él. Entonces, mal hubiese hecho yo en hablar sobre el vestuario, cuando yo lo respeto. Es como ir a contracorriente de lo que él piensa. Además, porque a mí me interesa el fútbol, y no como los jugadores se llevan en el vestuario. Después, por supuesto, noté que Riquelme no sólo tiene una serie de movimientos en la cancha, sino un conocimiento del juego que me hizo pensar que podía publicar un libro de este estilo, incluso llevándolo a la literatura y la filosofía. Todavía no se me ocurre con qué otros jugadores puede hacerse otro trabajo parecido. Así empezó esta idea.

-Después de haber seguido la carrera de Riquelme, contactado escritores, jugadores, técnicos y periodistas para el libro, ¿cómo definirías su pensamiento futbolero?

-Yo digo que siempre tuvo un respeto absoluto por la pelota, con la que hizo mejores a sus compañeros. A veces, un jugador puede querer la pelota todo el tiempo, y lucirse para sí. Incluso, hay futbolistas muy buenos que ganan campeonatos. Riquelme fue otra cosa: fue el respeto por la pelota y la idea de que, pasándosela bien a un compañero, lo potenciaba y estaba más cerca de ganar. Porque en él no era sólo un regodeo para jugar lindo, sino que jugaba bien para ganar. La muestra está en la cantidad de títulos que ganó. No fue nada más que un jugador vistoso. Eso resume el pensamiento de Román sobre el juego, en el que la pelota era todo.

La tapa del libro escrito por Diego Tomassi.

La tapa del libro escrito por Diego Tomassi.

-El caño a Yepes es el disparador del título del libro. ¿Qué conceptos riquelmistas crees que transmite esa jugada?

-Es curioso, porque no hay ningún pase a un compañero, que fue la característica de su juego. Sin embargo, sí hay ideas sobre el juego que Riquelme también tenía y están en esa jugada. La primera es que se puede hacer un fútbol bello sin que sea mero lujo. Y después, que eso puede tener un sentido concreto en el juego, porque él no tenía otra manera de resolver. Si la tocaba para atrás, el compañero iba a pegarle de puntín para delante o a la platea. Pero Riquelme necesitaba resolver de otra manera. Y además de hacerlo con un gesto técnico increíble y hermoso a la vista, fue efectivo, porque la jugada desmoronó al rival, y levantó a su propio equipo y a la hinchada. Otra cosa es que tiró el caño de espaldas, con lo cual es evidente que fue un recurso y no una cargada. Tampoco lo hizo a los dos minutos, ni cuando el partido estaba 3 a 0. Lo hizo en el momento justo.

-¿Qué pensaste en el momento que hizo el caño?

-Que era una cosa increíble y, también, que Riquelme estaba loco, porque no era una situación fácil para hacer ese caño, y tampoco era un rival cualquiera. Muchas veces, a lo largo de mi vida, pensé que Román estaba loco, pero no porque estuviera loco en serio, sino porque decidía hacer cosas que eran un gran riesgo para él como figura del equipo. Hay otros jugadores que no asumen ese riesgo y él, en cambio, siempre lo hizo. Cuando en la final contra Real Madrid les pisó la pelota en la cara a todos los jugadores que pudo, estaba asumiendo un riesgo con sólo 22 años y siendo tipo al que nadie conocía en el mundo. Román sabía que no perdía la pelota, estaba muy seguro. Lo mismo pasó cuando, 12 años después, la picó contra Deportivo Merlo en la definición por penales.

-¿Por ese tipo de jugadas Riquelme redefinió el modelo típico del ídolo de Boca?

– Para mí lo que redefine el modelo de ídolo en Boca es todo: su gran conocimiento del juego y su actitud ante el juego mismo. Porque que él haya jugado igual en actitud y calidad, tanto en su primer partido como en su último en Boca, hablan de una coherencia y de un nivel técnico y futbolístico difícil de ver en otros jugadores. El ídolo de Boca siempre fue de un perfil diferente. No significa que Boca nunca haya tenido jugadores habilidosos y talentosos, porque los tuvo, pero en general mi viejo me nombraba a Rattín. Y cuando crecí mirando a Boca, veía a Giunta y Cabañas, tipos con otras características. Riquelme se propuso triunfar de otra manera, ya siendo muy joven.

Muchas veces, a lo largo de mi vida, pensé que Riquelme estaba loco, porque decidía hacer cosas que eran un gran riesgo para él como figura del equipo», destaca Diego Tomassi, autor del primer libro dedicado al ex futbolista de Boca.

-Luego de su retiro, ¿a quiénes ves como los herederos de Román?

– Es difícil, yo escribo en el libro que el legado de Riquelme a nivel mundial queda en jugadores como Iniesta, por la inteligencia y el conocimiento que tiene de casi todas las circunstancias del juego. Pero Iniesta es un jugador diferente, de todos modos. A mí me cuesta ver un jugador así en el fútbol argentino, en particular, aunque hay muchos en el fútbol mundial que respetan la pelota y entienden el juego, muchos más jóvenes que Riquelme, de generaciones posteriores. En la Argentina cuesta ver pibes que tengan ese tipo de inteligencia, estilo. Además, porque es difícil verlos llegar a Primera. Si un chico de 12 o 13 años juega hoy en las inferiores como lo hacía Riquelme, seguramente le cueste llegar a Primera, salvo que se adapte y acepte correr. Pero si no las condiciones no son favorables para que salga un jugador como Riquelme.

-En el libro describís el linaje de Riquelme y la comparás con el de Zidane. ¿Qué coincidencias encontrás entre los dos?

-De los que vi jugar, Zidane es el futbolista más parecido a Riquelme, tanto en el conocimiento del juego como en el pase al compañero. La gran pena es que no hayan jugado la final del Mundial 2006 uno contra el otro. Una cosa que hubiera sido muy posible si la Selección superaba a Alemania en los cuartos de final, porque creo que la Argentina podía ganarle a Italia en las semis. Pero es todo hablar de ideas contrafácticas, porque no sucedieron.

Riquelme, con la camiseta de Argentinos Juniors, su último club. Foto de Hugo Ramos / Agencia NA

Riquelme, con la camiseta de Argentinos Juniors, su último club. Foto de Hugo Ramos / Agencia NA

-¿Qué valor agregado sentís que el testimonio del Indio Solari le dio al libro?

-Los valores fueron dos: uno es que él haya participado en un libro ajeno; una cosa increíble, un sueño, un regalo que todavía le sigo agradeciendo. Y además, el valor concreto de las cosas que dice, porque su texto es bellísimo. De alguna manera, resume, a la distancia, el espíritu del libro, pese a que lo escribió antes de que yo lo tuviera escrito. Él interpretó exactamente lo que yo estaba por hacer, y para mí eso sigue siendo un regalo.

-¿Esperabas su retiro? ¿O te sorprendió porque eras de los que imaginaban que en 2016 volvía a Boca para terminar su carrera?

-Sí, imaginaba esa situación. El retiro me dolió bastante y me cayó bastante mal, no porque no respete su decisión, sino porque me parece una pena. Era un jugador que parecía en plenitud, porque había tenido un año brillante en Boca y en Argentinos, y terminó retirándose porque no tenía lugar en el equipo en el que quería jugar. Así que fue una noticia muy triste y me parece que es más triste cuando uno toma distancia y se saca la camiseta. Es una noticia muy triste para cualquier tipo al que le gusta el fútbol. Jugadores así hay que disfrutarlos con cualquier camiseta.

-¿Cuál es el legado que dejó Riquelme en el fútbol?

-El legado es que el fútbol es un juego, por más que sea jugado por personas famosas y multimillonarias, y que son estrellas. Jugadores como Riquelme reivindican la idea de que, fuera de todo eso, el fútbol sigue siendo un juego. Y lo que hay que hacer es saber jugar. Por ahí alguien dice en el libro que jugadores como Riquelme iluminan a los demás y a los que vienen. Espero que sea así, y que los jugadores que dicen no ver fútbol miren tres o cuatro partidos de Riquelme para entender un poco cómo se juega este deporte. El legado de Román es lo mismo que es su idea central sobre el juego: que a la pelota hay que respetarla.

-¿Qué deben hacer las generaciones que vienen para llenar el vacío que dejó Román?

-Ese vacío no se llena nunca. Pasa lo mismo que cuando se retiraron Bochini, Maradona, o cuando se retire Messi. Ese vacío no se llena más. Pero uno no se siente tan triste, y mitiga un poco el dolor, si ve jugadores que tienen ese talento, o su nivel de conocimiento por el juego, o ese respeto por la pelota.

 

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