Recuerdos que no se borran

A un toque

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El recuerdo está ahí, intacto. Imposible de borrar de la memoria. Y vuelve rodar, otra vez, con la llegada de Miguel Brindisi como DT de Huracán. Más allá de su anterior ciclo, en el que se destacó el 5º puesto del Clausura 2002, su nombres es marca registrada por aquel equipo de culto: el Huracán campeón del Metropolitano ’73. Un equipo de bola al césped y vocación ofensiva, con el propio Brindisi, Babington, Larrosa, Avallay y Houseman como músicos principales de la banda. Eternas piezas del museo quemero. Y admiradas, también, por hinchas con el corazón lejano a Parque Patricios.
Uno de ellos fue el Negro Fontanarrosa, acaso uno de los escritores más futboleros que tuvo la Argentina. Los recordó así en su libro No te vayas campeón. «Vinieron una noche a Rosario, amagaba la lluvia. Empezó el partido y se largó a llover torrencialmente. El partido se suspendió a los pocos minutos. Se jugó al día siguiente, y nos metieron 5. Así de simple. Pocas veces se ha visto una superioridad tal de un conjunto sobre otro, aun considerando que el Central de ese campeonato era muy buen equipo (…) La hinchada de Central -que no es complaciente, que exige, que suele ser intolerante, que ha visto jugar al Gitano Juárez, a Humberto Rosa y a Massei-, aquella tarde, tras el último gol de Houseman, se puso de pie y, simplemente, aplaudió», recordó el Negro.
Y en el capítulo sobre el Globo del 73, dejó esta sentencia: «A ese Huracán de Menotti no le costaba mucho ganar, golear y gustar. La broma es que dejó esa pesada máxima sobre la conciencia de los demás equipos venideros del fútbol argentino, como si a todos les resultara tan, pero tan fácil».

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