Memoria

A un toque

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Después de 14 años, Saviola volverá a River. Esta noche, arrancará el partido contra Tigre en el banco. Foto de Diego Haliasz / Prensa River.

Después de 14 años, Saviola volverá a River. Esta noche, arrancará el partido contra Tigre en el banco. Foto de Diego Haliasz / Prensa River.

Vuelve. A 14 años de su adiós y el comienzo de un largo viaje por Europa, Javier Saviola regresa a River, su lugar en el mundo. Lo espera Marcelo Gallardo, hoy DT, que en sus tiempos de futbolista le soltó asistencias quirúrgicas. Y Pablo Aimar, con quien diseñó paredes, lujos y goles sin fecha de vencimiento. La memoria también selecciona otros recuerdos. Y entonces, asoma su estreno con gol incluido a Gimnasia de Jujuy, allá por octubre de 1998. Sólo tenía 16 años y ese grito lo instaló en los medios. Llevó su rostro y su historia a la televisión, la radio y los diarios. De aquellos días, vale repasar esta nota que Topo López le realizó en Olé. En la noche de la vuelta de Saviola a River, y a un año de la muerte del periodista en Brasil, va este homenaje.

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Por Jorge López

Dicen que será el Ortega del 2000. Javier Pedro Saviola, ochomesino, de diciembre de 1981, vive en la misma casa del barrio de Belgrano en que lo tuvo su mamá Mary auxiliada por una amiga íntima que le ofició de partera. Javier pesó 2,400 kilos. Hoy, 16 años después (hace ocho que está en River), estirado a un metro sesenta y nueve y con los 59 kilos que denuncia la balanza, el pibe disfruta de los placeres de haber sido la figura de River en su debut, de haber convertido un gol. Pavada de augurio…

Dragones al 1.800, a dos cuadras de la cancha de Excursionistas. Detrás de una puerta de chapa celeste y de un patio humilde pero bien ordenado, el teléfono de la familia Saviola no para de sonar. Son las 9, pero el «nene» duerme. La noche anterior, de regreso de Jujuy, Javier se quedó charlando con su papá Roberto hasta casi las 4 de la madrugada y ahora necesita reponer fuerzas.

 

«Son de la producción de Macaya Márquez, dicen que vuelven a llamar en dos horas», le cuenta mamá Mary a su esposo. Al rato, también se sumará el saludo de Nora, la señora que lo llevaba en micro a la primaria del colegio Espíritu Santo; de Ricardo, el director del Honorable Congreso de la Nación, su segunda escuela; de sus amigos, vecinos, familiares… «Era lo que soñaba, pero jamás me imaginé todo esto», cuenta reflexivo el protagonista de esta historia.

El flash de la foto no lo inquieta pero lo tensiona. «En el vestuario estaba ansioso, pero todos me dieron muchísima tranquilidad», dice mientras su mamá ordena una repisa de más de 30 trofeos, incluido el de mejor compañero. Definido como un alumno aplicado del 4 año del Instituto River Plate («nunca me llevé una materia», asegura), Saviola siente que a veces el cansancio se le mezcla entre los caños y las Ciencias Naturales. Becado y con un preceptor que no le pasa todas las faltas, Javier cuenta que «a veces llego tan cansado al colegio que siento que me hace falta una siesta. Se me hace difícil».

 

Sin embargo, no duda en cambiar a Sarmiento por el Burrito Ortega, su prócer más admirado: «Me encanta su gambeta, el freno, todo. Los chicos lo tienen como referente por su humildad». Sobre un sillón, la camiseta número 27, esa que usó en tierras jujeñas y que se pudo guardar gracias al guiño cómplice de Ramón Díaz («quedate con la remera y el pantaloncito», le dijo el DT).

En la pared, una foto con Ortega, otra con Almeyda y un retrato autografiado por Amadeo Carrizo. No hay dudas: a pesar de su cariño hacia Excursio, su vida es River: «Tenemos jugadores para ganarle a Boca. Ojalá se dé», ruega. Hoy la cita será a las 10, otra vez con los profesionales. El domingo llega el superclásico y Saviola lo quiere ganar, aunque sea en la Reserva. «Es otro de mis sueños. Tal vez se dé…».

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