IL DIAVOLO

A un toque

Written by:

Views: 2198

«El fútbol está contenido en el cuerpo de un pequeño jugador, un chico de 18 años que podría pasar inadvertido en el cualquier cuerpo. Se llama Leo Messi y hay todo derecho a pensar que estamos ante un jugador excepcional, la aparición más fulgurante de los últimos años». El periodista Santiago Segurola tecleó esas palabras el 22 de febrero de 2006 en El País. Había visto la noche soberbia del argentino contra Chelsea por Champions League. Y como gran parte del mundo futbolero, estaba impresionado  por el delantero 170 centímetros. Envase corto, producto único.

Aquella noche de Stamford Bridge se escuchó el aviso. Y un año después, el 10 de marzo de 2007, llegó el golpe fuerte sobre la mesa. En el cuadrilátero verde del Camp Nou, Messi le convirtió por triplicado a Real Madrid. Sus primeras firmas contra el Merengue. Dos de ellas, en el primer tiempo. Y la última, en el cierre de la lección de honor. Tomó el pase de Ronaldinho y direccionó su GPS en diagonal hacia el área. Deja atrás a Helguera y el cruce de Sergio Ramos no llega a tiempo. El remate cruzado de Messi pidió red y clavó el 3-3 en el clásico. Fue el monarca de la noche.

Messi festeja su segundo gol en aquella noche mágica contra Real Madrid.

El grito de gol llega con uno, dos, tres… varios besos al escudo blaugrana. ¿Por qué? «Le debo mucho a Barcelona por lo que hizo por mí en su momento», responde Messi a los periodistas. A unos metros, alguien lo mira, menea la cabeza. Le cuesta creer la escena final del partido. Es Fabio Capello, el DT de Real Madrid. En agosto de 2005, mientras dirigía a Juventus, había quedado tan impresionado como Segurola. Claro, Messi había demostrado su talento contra la Vecchia Signora, en el Trofeo Joan Gamper. Tanto, que Capello se acercó a Frank Rijkaard a los 25 minutos del partido y le pidió la cesión del argentino. «Si no tenés un lugar para él entre los titulares, decímelo. Estamos dispuestos a ficharlo», fue su mensaje.

La Pulga, se sabe, no voló a Turín. Siguió en Barcelona. Y un año y medio después, le dejó un gusto amargo a Capello con aquellos festejos contra Real Madrid. Fue Il Diavolo, tal como lo había calificado el propio DT italiano en el Trofeo Gamper. De ahí en más, Messi le convirtió otros 18 goles al Merengue y alcanzó el cartel de máximo goleador en la historia del clásico. Los tres primeros, de todos modos, tienen un lugar importante en los recuerdos del argentino. «Como culé, quiero ganarle siempre a Real Madrid. Además, ese partido marcó mi carrera. Venía de estar parado, no convertí las ocasiones y desde aquel día entraron más y jugué mucho».

 

 

 

Comments are closed.