Entre el cielo y el infierno

Al fondo de la red

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Por Geoff I. Hernández (@geoffhernadez)

1- Porque la vida se trata de esto. De asumir y luego ejecutar. El corazón de un campeón jamás se subestima y menos desprecia. Barcelona, y sobre todo, Real Madrid, han dado una bofetada a la insolencia colectiva. A esos portadores de anarquía verbal que profetizaban una tragedia. La tragedia se las llevaron ellos, al observar por extractos, la versión más divina de Real Madrid, desde aquella icónica noche frente a Bayern Múnich. Lástima que no siempre basta ser buenos como para ganar, y menos si al frente tienes a la fe hecha carne.

2- Y es que, cómo no caer de rodillas ante la inconcebible ausencia de elocuencia en el fútbol, si en noventa minutos conocimos el esplendor del cielo y el resquemor del infierno. Eso es un clásico. Eso es un Barca- Madrid. Un manojo de incógnitas que solo son desveladas a medida que el temor va cediéndole espacio al talento, y este se convierte en el protagonista. Como lanzar una moneda al aire dos veces. Un primer tiempo glorioso del campeón de Europa, y un segundo capítulo furioso e inmisericorde de este nuevo Barça. De este hermoso Barça.

Jeremy Mattieu festeja el primer gol de Barcelona con Luis Suárez, que firmó la victoria en la segunda parte. Foto Alex Caparros / Getty Images Europe / Vía Zimbio.

Jeremy Mattieu festeja el primer gol de Barcelona con Luis Suárez, que firmó la victoria en la segunda parte. Foto Alex Caparros / Getty Images Europe / Vía Zimbio.

3- Carlo siempre será el más subestimado de todos. Luis Enrique respondió mejor ante las circunstancias adversas. Dos modelos distantes. Ying&Yang. La inserción de Luka Modric y de Toni Kroos en una misma línea de construcción desnudó sin piedad a la versión más angustiante –y venimos insistiendo en esto– de Mascherano, que ralentizaba la casi nula fluidez posesional azulgrana en salida. Festín del alemán, quien mordió pero nunca asesinó. Error garrafal. El Madrid llegó a creer que el asalto al Camp Nou no era una utopía. Eran una tromba de paciencia y de aprovechamiento de espacios. El Benzema más divino jugaba a placer a la espalda del jefecito y del nervioso Rakitic.

4- Y se le hacía agua la boca al Madrid, hasta que llegó el bofetón del grandote, del torpe, del que todos señalaban como un error. Algún día aprenderemos a callar. De Mathieu: 1 a 0. Y es aquí cuando se traza la línea imaginaria que asemeja a este nuevo Barça con los mejores años del Madrid de Mourinho. Firmes en la pelota parada, salvajes en las transiciones defensa-ataque, y con una característica que el más puritano de los guardiolistas jamás imaginaría: las quemaduras que produce el balón en los pies azulgranas. Mientras más rápido se llegue al arco rival, mejor. Así dicen.

Cristiano Ronaldo aprovechó un taco delicioso de Benzema para darle el empate al Madrid. Foto David Ramos / Getty Images Europe / Vía Zimbio

Cristiano Ronaldo aprovechó un taco delicioso de Benzema para darle el empate al Madrid. Foto David Ramos / Getty Images Europe / Vía Zimbio

5- Pero el pundonor de los blancos fue admirable. La sobrexcitación  reinante en el infierno azulgrana luego del gol encajado no los atormentó. Isco se instaló en campo rival y Luka volvió a encender sus dones. Y de nuevo, como si se tratase de un mal chiste, volvió a ocurrir. Otro despiste de los irreconocibles Pepe-Ramos, casi les costó el 2-0. El más gris Neymar no supo cómo definir con el arco descobijado. Inmediatamente nace la contra. Y la omnipresencia de Benzema se acrecentó. Un taco lleno de rabia, de ilusión y de justo pago para un equipo que era mejor. Gol de Cristiano.

6- y es entonces cuando llegaba el momento de la verdad. Mediotiempo. Y por primera vez en todo el año, se puede decir hablar sin titubeos de una clarísima victoria táctica de Luis Enrique. Como si fuese parte del plan soltar la pelota y apostar al desgaste blanco en el primer tiempo para ablandarlos y luego descoserlos por todos los sectores en el segundo. Aunque hay que dejar muy claro, que todo esto plasmado en la pizarra solo pudo ser factible en el campo después de la bestialidad de Suárez en el 2-1, pero ya hablaremos de él. Mascherano volvió con sangre en los ojos e Iniesta con furor en sus botas. Presión. No de las que se aplican en el futbito. Presión en el más recóndito significado de ese fundamento. Modric y Kroos fueron las víctimas. Las libertades merengues existentes en el primer capítulo de esta novela, ya no existían. Parecían 22 contra 11. Alves fusilando a Bale. Rakitic sin temor. Pepe y Ramos sufriendo cada paso del gran Suárez, Isco solo y sin asociaciones se extravió en la melancolía de la inferioridad. Un Madrid desmembrado tácticamente y exhausto, sobre todo eso, exhausto fingía competir y adolecía. Y por fin llegaba la hora para el mejor de todos, para Messi.

7- Para este nuevo Messi que no teme esperar su momento en el juego. Que no se desespera y sostiene. Que deambula en la cancha con la espada en su mano e interpreta la atmósfera correcta del partido para asesinarte. De ser nada a serlo todo. Pasar de un primer tiempo aislado en la jaula blanca, a tomar la batuta orquestal del encuentro y ponerle el rocanrol que tanto exigía el Camp Nou. Asistió a Mathieu en el primer tiempo y creó al menos siete ocasiones clarísima de gol. Esto es Leo. Un poeta libre y sin restricciones. Un escritor que saca su pluma y la pasea por cualquier parte de la hoja, sin reglas de ortografía, sin editores, sin fantasmas. Si Neymar estuviese fino frente al arco y Suárez no se le complicara tanto la toma de decisión en ese último pase, hoy sin dudas, el final hubiese sido otro.

Suárez se llena de boca para darle el triunfo a Barcelona en el clásico. Foto de David Ramos / Getty Images Europe / Vía Zimbio

Suárez se llena de boca para darle el triunfo a Barcelona en el clásico. Foto de David Ramos / Getty Images Europe / Vía Zimbio

8- Piqué y Suárez. Dos elementos que dejé para el final, y no por que sean menos vitales, ni mucho menos. Todo lo contrario. Fueron los artífices de esta arquitectura. No hay nadie como Luis de espalda al arco, no teme, no se enquista en una zona, y eso irritaba a un Ramos fuera de ritmo. Diagonaliza. Mientras peor la pasaba el Barca, él seguía allí. Fijando a los centrales y permitiéndole un oxígeno a su equipo. Hasta que llegó el momento de responder como lo que es. El tercer tenor. El que maneja el vibrato a la perfección. ¿Consagración? En lo absoluto. Suárez está consagrado a la grandeza desde el primer día que tocó un balón. Somos afortunados al verle, excepto cuando te llamas Pepe o Sergio Ramos.

9- Mientras peor la pasaba el Barça, él seguía allí. Fijando a los centrales y permitiéndole un oxígeno a su equipo. Hasta que llegó el momento de responder como lo que es. El tercer tenor. El que maneja el vibrato a la perfección. ¿Consagración? En lo absoluto. Suárez está consagrado a la grandeza desde el primer día que tocó un balón. Somos afortunados al verle, excepto cuando te llamas Pepe o Ramos.

10 …y Piqué de nuevo en la cima: 91% en efectividad en pase, cinco tacleos perfectos, seis recuperaciones y lo más asombroso, debido a la arritmia del partido, ni una sola falta. Es que tres años entrenando y trabajando para ser el cerebro de zona 1, en algún momento darían sus resultados. Al fin eso fue posible. Hoy Gerard, piensa por todos.

…y 11- Barcelona es líder en una temporada llena de honestidad. De locura, hostilidad y de saber enfrentar escenarios que en la era dictatorial bilateral entre blancos y azulgranas no existían. Hace seis meses la crisis institucional casi acababa con este clan, pero hoy son líderes en España y firmes candidatos de Europa. ¿Cómo es esto posible? Sencillo: Tener el carácter necesario para enfrentar el tránsito entre el cielo y el infierno.

 

 

 

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