El (triste) baile de la gambeta

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Por Gabriel Tuñez

“Esos dos años y medio en los que conviví con la memoria de Garrincha sirvieron para retomar una admiración que comenzó un remoto domingo de noviembre de 1958, cuando vi por primera vez en el Maracaná un Botafogo 3- Flamengo 2. Fue ahí que descubrí, mirando dentro de mí mismo, que hasta los más fervorosos simpatizantes de Flamengo también llevaban a Garrincha en el corazón”.
Hace 15 años el periodista brasileño Ruy Castro escribió Estrela solitária. Un brasileiro chamado Garrincha, la biografía de Manuel Francisco dos Santos, a quien su compañero Tostao llamó “el Charles Chaplin del fútbol”.
La primera edición del libro, devorado por el presidente Lula da Silva, se agotó nada más al salir a la venta, pero la segunda fue prohibida por la Justicia debido a una presentación legal que realizaron dos de sus 14 hijos reconocidos que habían considerado una ofensa moral la descripción acerca de que el pene de su padre futbolista medía 25 centímetros. En los días siguientes, otro juez aseguró que la dimensión detallada en las páginas era motivo de “orgullo” y no un agravio, por lo que el libro volvió a las vidrieras y se transformó en best-seller.
Castro había escrito años antes La historia de las historias de la Bossa Nova, y sus siguientes trabajos editoriales también abarcaron a los principales músicos y poetas del tradicional ritmo brasileño. Sólo “alteró” su obra para “contar la vida de un extraordinario ser humano”, el “ciudadano más amado de Brasil”. Sin embargo, el autor señaló que cuando Garrincha murió, a los 49 años, el 20 de enero de 1983, todo “un sentimiento de culpa se abatió sobre la nación”. Según el resultado de la autopsia, el puntero derecho del seleccionado campeón mundial en Suecia 58 y Chile 62 había sufrido una “congestión pulmonar, pancreatitis y pericarditis, todo dentro del cuadro clínico de alcoholismo crónico”.
Veinte años después de la muerte de Garrincha, el cineasta Milton Alentar filmó, basado en la obra de Castro, la vida del futbolista y su relación  con una de sus tres esposas, la cantante Elza Soares, “un amor que enfrentó el preconcepto y la intolerancia” en Brasil. El médico Joaquim de Almeida, que fue designado en su momento por el gobierno brasileño para asistir a Garrincha en los últimos días de vida, dijo que el jugador se había transformado en alcohólico “por la sensación de desprecio y abandono” que sufrió en comparación  “al prestigio disfrutado por Pelé”. Miles de personas acompañaron el ataúd con el cuerpo de Garrincha hasta el cementerio. Su tumba, sin embargo, está abandonada. Solitaria.

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