El primero de todos

A un toque

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Tres, dos uno… El conteo llega a su fin y el personaje comienza a hacer fuego en la red. Acierta en cada disparo adherido a un palo, al ángulo, de penal o tiro libre, por lo que supera los 100 goles. Con la mira calibrada, también deja atrás los 200 y 300 festejos. Y en su bombardeo continuo al arco, se da un gran gusto y deja atrás los 400 gritos. Nada detiene a Lionel Messi. Ni la frustración por el segundo puesto en el Mundial de Brasil, o el murmullo periodístico por su (supuesta) versión en bajo vuelo. La Pulga se hace un continuo homenaje en vida. Esta vez, convirtió por duplicado ante Granada y llegó los 401 goles en su carrera (359 con Barcelona y 42 con el seleccionado argentino). Y ahora, sólo le faltan tres para alcanzar a Telmo Zarra, el máximo goleador de la Liga española. Y al mirar por el espejo retrovisor, vale la pena recordar el comienzo de esta cuenta. Fue hace más nueve años, en el Camp Nou.
Quedaban sólo tres minutos y, con la camiseta 30 en su espalda, Messi vio acción contra Albacete en el Camp Nou. Y en 180 segundos pagó en efectivo. Primero, le anularon un tanto. Y después, en una jugada en la que le sacó fotocopia a la anterior, definió con una vaselina preciosa. Fue gol y abrazo con Ronaldinho, su primer socio en Barcelona. Y un gran orgullo para Frank Rijkaard, el DT que el dio pista aquel 1 de mayo de 2005 y resumió con satisfacción: «No importa que juege delante de diez o 100.000 espectadores, Leo siempre es el mismo, tiene la misma seguridad y las mismas ganas de ganar. Es el jugador que dice: ‘Dame el balón que quiero jugar, quiero inventar, quiero demostrar mi talento'».

 

 

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